Recursos Gratuitos para el Discipulado: Seguimiento y Capacitación
la cruz y el sufrimiento – Samuel Clark
Queridos amigos del Camino:
Espero que todos hayan pasado un buen fin de año y empezado este año con más ganas que nunca de ser verdaderos discípulos de nuestro Maestro Jesucristo. El año pasado es historia – algunas cosas bonitas, otras no tan bonitas, pero todas son historia ya, algo que no podemos cambiar. Mañana sólo existe si Dios quiere, como Santiago nos explica:
“…No sabéis cómo será vuestra vida mañana. Sólo sois un vapor que aparece por un poco de tiempo y luego se desvanece. Mas bien debieras decir: Si el Señor quiere viviremos y haremos esto o aquello” (Stgo. 4:14,15).
Por esto el autor de la carta a los Hebreos enfatiza la palabra “hoy” en su amonestación a los cristianos que se exhorten unos a otros cada día “mientras todavía se dice: Hoy”, para que no caigan en el engaño del pecado. Hoy es el día más importante de nuestra vida. Ayer se fue y puede que mañana nunca venga, pero hoy podemos tomar decisiones, orar, leer, buscar a un amigo que necesita ánimo, hablar a un amigo de Cristo, ganar victorias sobre la carne y servir a Dios.
En Hebreos 2:10 leemos que Dios hizo perfecto por medio de los padecimientos al Autor de la salvación (de nosotros). La palabra Autor significa también un líder de una columna de soldados o discípulos. Si hemos de ser Sus discípulos tenemos que pasar por lo que nuestro Líder experimentó, por lo menos hasta cierto grado, ya que estamos siguiendo Sus huellas. Pedro lo dijo así:
“Porque para este propósito habéis sido llamados; pues también Cristo sufrió por vosotros, dejándonos ejemplo para que sigáis sus pisadas” (I Pedro 2:21).
No hay discipulado, pues, sin sufrimientos. No porque Dios es sádico ni Jesucristo masoquista, sino porque estamos en una guerra espiritual, la que Dios ha elegido ganar por el camino de la debilidad humana en vez de por Su poder divino. ¿Por qué?
Hay muchas razones que quizás no entenderemos hasta que estemos con Cristo en Su gloria, pero hay algunas que El nos ha revelado en Su Palabra. Habiendo mostrado claramente que Jesús es el Hijo Eterno de Dios, el Heredero de Todo, el Rey Divino, etc., en Hebreos 1, el autor pasa a mostrarnos en el capítulo dos por qué era necesario que Jesús fuera un verdadero hombre y padeciera tanto como hombre. Básicamente fue porque Adán pecó y perdió la soberanía que Dios había puesto en las manos de la humanidad. La única forma justa en que esa soberanía pudiese ser recobrada para la humanidad fue que Dios mismo llegara a ser un hombre y como débil humano sufriera la muerte que el pecado de Adán (y nuestros pecados) merece. Así y sólo así sería justiciado el mal y aniquilada la maldición del pecado. Sólo así sería librado el hombre del temor de la muerte al ver a su enemigo vencido, la antigua serpiente pisada. Pablo lo describió en estos términos:
“Haya en vosotros esta manera de pensar que hubo también en Cristo Jesús: Existiendo en forma de Dios, él no consideró el ser igual a Dios como algo a qué aferrarse; sino que se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, haciéndose semejante a los hombres; y hallándose en condición de hombre, se humilló a sí mismo haciéndose obediente hasta la muerte, – y muerte de cruz” (Fil. 2:5-8)
Por medio de la debilidad humana, la humildad, la servidumbre y la muerte de la cruz, Dios venció a Satanás en el campo de batalla espiritual. Nos redimió de la esclavitud al pecado, nos reconcilió consigo mismo, nos justificó ante Sus leyes quebradas, nos perdonó y nos salvó para siempre en esa cruz.
Por esto, el camino de los sufrimientos y la cruz es el camino de fe y “andamos por fe y no por vista”. No vemos mucha victoria sobre el reino de Satanás, pero estamos ganando por la fe las pequeñas batallas sobre el mundo, la carne y el tentador. Vemos a unos cuantos de nuestros amigos creer en Jesús y salir del reino de tinieblas al Reino del Hijo de Dios. Vemos algunos milagros de Dios y sanidades de nuestras enfermedades. Pero seguimos sufriendo también. Seguimos como hombres que ganamos nuestras batallas solamente por la cruz de nuestro Líder. Así será hasta aquella batalla final cuando el Verbo de Dios viene otra vez para derrotar a Satanás y su reino y establecer el Reino de los Cielos aquí en la tierra.
Algunos nos quieren convencer de que ya somos “casi dioses” con mucho poder y muchos prodigios para probar que Satanás está derrotado. No lo veo así en las Escrituras. Sí, hay victoria pero es por la cruz y por la fe, no por la vista. Esto es lo que nos hace seguidores de Jesús. Por esto entre más que nos humillamos, oramos y morimos a nosotros mismos. Más victorias vemos en nuestras vidas y en la obra de Dios.
La norma de Cristo siempre ha sido y será el mensaje que los verdaderos discípulos de Jesús tienen que obedecer:
“Decía entonces a todos: Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz cada día y sígame” (Lucas 9:23).
“ Y cualquiera que no toma su propia cruz y viene en pos de mí, no puede ser mi discípulo” (14:27).
Las enseñanzas de Jesús sobre la necesidad de morir a nosotros mismos se repiten en las epístolas de los apóstoles también. La verdad de la cruz nuestra, con los sufrimientos correspondientes, es gran parte del secreto del poder y las grandes victorias del Reino de Dios en toda la historia de la Iglesia. Más bien, cuando no ha sido predicada, creída y vivida es cuando la Iglesia se veía más poderosa, más victoriosa, más rica, pero en realidad fue más pobre, más debilucha, más enferma y más tibia (Apoc. 3:15-20). La iglesia, grupo o individuo que no está viviendo la victoria de la cruz y los padecimientos no está en el camino de las verdaderas victorias del Reino de Dios.
No es el mensaje que oímos mucho en el día de hoy. Pero miren, mis amigos, cómo es el mensaje del Nuevo Testamento:
- 1. “¿Ignoráis que todos los que fuimos bautizados en Cristo Jesús fuimos bautizados en su muerte? Pues, por el bautismo fuimos sepultados juntamente con él en la muerte, para que así como Cristo fue resucitado de entre los muertos por la gloria del Padre, así también nosotros andemos en novedad de vida. Porque así como hemos sido identificados con él en la semejanza de su muerte, también lo seremos en la semejanza de su resurrección. Y sabemos que nuestro viejo hombre fue crucificado juntamente con él, para que el cuerpo del pecado sea destruido, a fin de que ya no seamos esclavos del pecado” (Rom. 6:3-6).
- 2. “Así también vosotros, considerad que estáis muertos para el pecado, pero que estáis vivos para Dios en Cristo Jesús” (Rom. 6:11).
- 3. “Porque mientras vivíamos en la carne, las pasiones pecaminosas despertadas por medio de la ley actuaban en nuestros miembros, a fin de llevar fruto para muerte. Pero ahora, habiendo muerto a lo que nos tenía sujetos, hemos sido liberados de la ley, para que sirvamos en lo nuevo del Espíritu y no en lo antiguo de la letra” (Rom. 7:5-6).
- 4. “Porque si vivís conforme a la carne, habéis de morir; pero si por el Espíritu hacéis morir las prácticas de la carne, viviréis” (Rom. 8:13).
- 5. “¿Quién nos separará del amor de Cristo? ¿Tribulación? ¿angustia? ¿persecución? ¿hambre? ¿desnudez? ¿peligros? ¿espada? Como está escrito: Por tu causa somos muertos todo el tiempo; fuimos estimados como ovejas para el matadero. Más bien, en todas estas cosas somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó” (Rom. 8:35-37)
- 6. “Porque el amor de Cristo nos impulsa, considerando esto: que uno murió por todos; por consiguiente, todos murieron. Y él murió por todos para que los que viven ya no vivan más para sí, sino para aquel que murió y resucitó por ellos” (2 Cor. 5:14-15).
- 7. “…y me ha dicho: «Bástate mi gracia, porque mi poder se perfecciona en tu debilidad.» Por tanto, de buena gana me gloriaré más bien en mis debilidades, para que habite en mí el poder de Cristo. Por eso me complazco en las debilidades, afrentas, necesidades, persecuciones y angustias por la causa de Cristo; porque cuando soy débil, entonces soy fuerte” (2 Cor.12:9-10).
- 8. “Con Cristo he sido juntamente crucificado; y ya no vivo yo, sino que Cristo vive en mí. Lo que ahora vivo en la carne, lo vivo por la fe en el Hijo de Dios, quien me amó y se entregó a sí mismo por mí” (Gál. 2:20).
- 9. “…porque los que son de Cristo Jesús han crucificado la carne con sus pasiones y deseos”
- 10. “Pero lejos esté de mí el gloriarme sino en la cruz de nuestro Señor Jesucristo, por medio de quien el mundo me ha sido crucificado a mí y yo al mundo”
- 11. “Anhelo conocerle a él y el poder de su resurrección, y participar en sus padecimientos, para ser semejante a él en su muerte” (Fil. 3:10).
- 12.”Siendo, pues, que habéis resucitado con Cristo, buscad las cosas de arriba, donde Cristo está sentado a la diestra de Dios. Ocupad la mente en las cosas de arriba, no en las de la tierra; porque habéis muerto, y vuestra vida está escondida con Cristo en Dios. Y cuando se manifieste Cristo, vuestra vida, entonces también vosotros seréis manifestados con él en gloria” (Col. 3:1-4).
- 13.” El mismo llevó nuestros pecados en su cuerpo sobre el madero a fin de que nosotros, habiendo muerto para los pecados, vivamos para la justicia. Por sus heridas habéis sido sanados” (1 Pedro 2:24).
- 14.” Puesto que Cristo ha padecido en la carne, armaos también vosotros con la misma actitud. Porque el que ha padecido en la carne ha roto con el pecado, para vivir el tiempo que le queda en la carne, no en las pasiones de los hombres, sino en la voluntad de Dios. Porque ya es suficiente el haber hecho en el tiempo pasado los deseos de los gentiles, habiendo andado en sensualidad, en bajas pasiones, en borracheras, en orgías, en banqueteos y en abominables idolatrías” (1 Pedro 4:1-3).
Este abundante testimonio junto con lo que sabemos de las vidas de los apóstoles demuestra claramente que las victorias son por la cruz y los sufrimientos. Pero ¿cómo se aplica esto a nuestra vida de hoy? Permítanme sugerir lo siguiente:
— Si estás sufriendo y no estás viendo mucho, lleva tu cruz con toda confianza en la promesa del Señor: “De cierto, de cierto os digo que a menos que el grano de trigo caiga en la tierra y muera, queda solo; pero si muere, lleva mucho fruto” (Juan 12:24). A su tiempo, las victorias vendrán si permanecemos fieles sin dudar, sin murmurar, sin volver atrás. Dios es fiel. “Porque os es necesaria la perseverancia para que, habiendo hecho la voluntad de Dios, obtengáis lo prometido” (Heb.10:36).
— Si no estás sufriendo ahorita, no creas que así va a ser siempre ni te extrañe cuando vengan pruebas, luchas y sufrimientos (I Pedro 4:12,13). Lo que puedes hacer para prepararte para sufrir es pedir que Dios te fortalezca con fe en estos tiempos de abundancia y paz. Pídele que te dé una gran confianza en Su amor, bondad, gracia, misericordia, poder y sabiduría para aceptar cualquier cosa que suceda como Su voluntad y para Su gloria.
— Y todos debemos seguir adelante con valor, cualquiera que sea nuestra situación, ya que sabemos Quién va a ganar la batalla final.
Que este año sea un año de victoria y fruto en sus vidas y visto desde la perspectiva del Plan del Señor y no nuestras espectativas. Podemos contar con una gran promesa: EL ESTARÁ CON NOSOTROS.
“Nunca te abandonaré ni jamás te desampararé.”
Abrazos,
Samuel